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En el 2015, las Naciones Unidas establecieron la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Esta agenda se compone por 17 objetivos y 169 metas que buscan abordar los desafíos más urgentes de la humanidad, incluidos la pobreza, la desigualdad, el cambio climático, la degradación ambiental, la paz y la justicia. A nivel nacional existe una página web llamada La Agenda 2030 en Colombia y en ella un contador que indica el tiempo que resta para que se cumpla el plazo. Al momento de comenzar a escribir este artículo faltan 5 años, 322 días, 6 horas, 43 minutos y 12 segundos.

 

Pero ¿de dónde nace esta estrategia?

 

Desde la década de los 80 comenzó a popularizarse el concepto de desarrollo sostenible hasta que en 1987 fue incluido en el informe “Nuestro Futuro Común”, publicado por la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de las Naciones Unidas y, posteriormente, en la Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro en 1992. En los 90 tuvo lugar otra serie de conferencias y cumbres organizadas por la ONU sobre medio ambiente y desarrollo, desarrollo social, mujer, alimentación, población, enfermedades como el VIH/SIDA, entre otros.

En el 2000, aprovechando la llegada del nuevo milenio, se recogieron las conclusiones de todas estas cumbres y se crearon los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), los cuales estuvieron vigentes hasta el 2015. Al finalizar este periodo se decidió darles continuidad y expandirlos, dando así origen a los actuales Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

 

Y a todas estas, ¿qué es el desarrollo sostenible? 

 

Cabe destacar que, aunque en muchas ocasiones los conceptos de sostenibilidad y desarrollo sostenible se utilizan como sinónimos, el desarrollo sostenible es un concepto más amplio y hace referencia a la búsqueda del progreso humano (desarrollo) por medio de la satisfacción de sus necesidades presentes sin comprometer la capacidad de atender las necesidades de las generaciones futuras (sostenibilidad).  

Lo que queda de manifiesto en este caso es que no se podría haber hablado de desarrollo sostenible sin antes haber hablado de sostenibilidad, la cual se comenzó a discutir en los años 60 y 70, donde se vivió un crecimiento en la conciencia ambiental a tal punto que en 1972 se publicó el informe “Los límites del crecimiento” por parte del Club de Roma, en el que se advirtió sobre las consecuencias que podría traer el crecimiento económico y demográfico continuo. 

En la actualidad, el concepto de sostenibilidad se centra en el equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales, por lo cual, Catalina Giraldo Estrada, profesora del área de Sistemas Naturales y Sostenibilidad hace un llamado a considerar que cuando se hable de sostenibilidad o desarrollo sostenible hay que tener una visión amplia e integral, pues siente que el concepto se utiliza para muchas cosas que en realidad no le apuntan a la sostenibilidad o que abordan los problemas desde una sola de las dimensiones. 

La invitación es a considerar desde la misma formulación de los proyectos cómo abordarlos desde una mirada integral para que generen impacto en las tres dimensiones de la sostenibilidad. En su caso, dado que ella trabaja en la valorización de residuos, más que todo agrícolas, es muy fácil justificar el impacto ambiental y hasta el económico. Frente a lo social, se pregunta constantemente, por ejemplo, cómo vincular no solo a grandes productores sino también a pequeños y medianos o al público impactado por estos desarrollos. En sus palabras, “se debe ser creativo para darle una mayor dimensión a los proyectos y que estos generen incluso más impacto”.

 

Y… ¿Cómo estamos en estos temas? 

 

Diego Villanueva, director del Área de Sistemas Naturales y Sostenibilidad de EAFIT ve con preocupación que algunas empresas se conforman con medir las emisiones y consideran que con tener una calculadora de huella de carbono y tratar de bajarle un poco a ese indicador ya están siendo sostenibles. 

Pero en la otra orilla se tienen instituciones comprometidas con generar impactos mucho más profundos y que entienden que los desafíos que plantean los ODS están interconectados y requieren soluciones integradas y colaborativas a nivel local, nacional e internacional. Estas alianzas son tan importantes que inclusive el ODS 17 se llama alianzas para lograr los objetivos y busca hacer explicita la necesidad de colaborar entre los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil a nivel nacional e internacional.  

Catalina ha dedicado gran parte de su labor investigativa a la revalorización de residuos agrícolas, enfocándose principalmente en dos productos: el café y el aguacate. En el caso del café, lideró un proyecto que involucró la colaboración de cuatro entidades de Medellín, un instituto de investigación y una firma europea. Esta iniciativa multidisciplinaria, que contó con el apoyo del sector público, privado y académico, así como de un laboratorio especializado, logró resultados significativos. Entre ellos, se destaca la creación de bolsas para envasar café y textiles innovadores, ambos fabricados a partir de biopolímeros derivados de residuos del café, resaltando su total biodegradabilidad.  

En paralelo, se ha desarrollado una investigación en torno a los desechos del aguacate, trabajando conjuntamente con centros de investigación y compañías del sector de hidrocarburos. Este esfuerzo colaborativo ha permitido la formulación de biopolímeros destinados a la producción de materiales con propiedades y funcionalidades análogas a los plásticos tradicionales. Dentro de los avances más destacados se encuentran el desarrollo de un filamento para impresión 3D, la producción de colorantes naturales y la extracción de antioxidantes con aplicaciones potenciales en las industrias cosmética y alimentaria. 

La Universidad también ha participado de otros proyectos como el uso de microalgas para descontaminación de aguas residuales industriales, para capturar CO2, para producción de bioinsumos para el agro, biocombustibles y otros productos de origen biológico. Desde otro enfoque, se han generado alianzas con empresas del sector financiero interesadas en apoyar programas de capacitación y acompañamiento a empresas que buscan crédito para transformar sus procesos con miras a la sostenibilidad.  

Al revisar los informes de avance relacionados con el cumplimiento de los ODS a nivel global, se ven mejorías en algunos sectores como el acceso a la educación primaria, la reducción de algunas formas de pobreza y enfermedades, y el acceso a agua limpia y energía renovable en algunas regiones. Sin embargo, el ritmo global de progreso no ha sido el suficiente para cumplir con muchos de los objetivos y metas como la lucha contra el cambio climático, la reducción de las desigualdades, el logro de la igualdad de género, y la protección de la biodiversidad y los ecosistemas.  Además, la pandemia del COVID-19 profundizó muchos de estos desafíos y retrasó los avances en varios ODS. 

Es por esto que la ONU ha venido haciendo llamados para acelerar las acciones y las inversiones hacia el cumplimiento de los ODS poniendo de manifiesto el rol estratégico que juega la innovación y el desarrollo tecnológico en esta misión.

En EAFIT se reconoce la importancia de trabajar en pro del cumplimiento de estos objetivos, de hacerlo con mucha seriedad, generando alianzas, cooperando entre múltiples áreas de conocimiento y siendo conscientes de que el tiempo corre y debemos actuar. De hecho, al momento de terminar de escribir este artículo nos quedan solamente 5 años, 321 días, 12 horas, 7 minutos y 15 segundos, como ves, el tiempo sigue corriendo… 

 

¡Sí, es hora de actuar!