¿Sabías que el Premio Akutagawa es uno de los más prestigiosos de Japón? ¿Y que entre los escritores que lo han recibido se encuentra Haruki Murakami? ¿Qué pensarías si él dijera, en plena ceremonia de premiación, que ha utilizado activamente ChatGPT para liberar su potencial creativo y que además ha tomado el cinco por ciento de las frases generadas por esta Inteligencia Artificial (IA) para su novela?
Pues esto acaba de pasar.
No con Murakami, sino con Rie Kudan, una escritora japonesa de 33 años que ha afirmado haberse apoyado en la IA para la escritura de La torre de la simpatía de Tokio, su última novela, lo que ha generado gran controversia en el mundo de la creación. Aunque es justo recordar que, desde su aparición la Inteligencia Artificial ha estado rodeada de este tipo de debates. Unos la consideran una aliada, otros no tanto, tal como suele suceder casi siempre que nos enfrentamos a algo desconocido.
Para entenderla, revisémosla primero como concepto. Para ello, te vas a situar en Google, -buscador que es también una gran muestra de lo que es la IA en la vida cotidiana- y vas a preguntar qué es la inteligencia artificial, puedes hacerlo escribiendo o hablando al micrófono. Encontrarás cerca de 225.000.000 millones de resultados.
Si revisas aleatoriamente unos cuantos de esos resultados, podrás darte cuenta que por lo general es definida como una rama del campo de la informática que crea máquinas capaces de realizar tareas que requieren inteligencia humana. Sin embargo, por su alcance, es necesario aclarar que es una ciencia interdisciplinaria que busca expandir las capacidades cognitivas de las personas para ofrecer un mejor conocimiento e información de valor a partir de una gran cantidad de datos, permitiendo resolver problemas de índole mundial.
Pero a todas estas… ¿De dónde viene la IA?
Su nacimiento oficial se ubica en la década de 1950, gracias a que varios investigadores, incluidos Alan Turing, quien se atrevió a preguntarse si las máquinas podían pensar y John McCarthy que la definió como tal. Desde entonces ha experimentado un rápido crecimiento y ha sido aplicada en diversas áreas.
La profesora Olga Lucía Quintero Montoya, doctorada en Ingeniería de Sistemas de Control, la considera como un conjunto de tecnologías que con el tiempo han comenzado a cambiar la sociedad y que tal cual como ha pasado con cada revolución, es normal que genere un ruido parecido al que hace una puerta sin aceitar.
Por tanto, no es extraño encontrar quienes afirman que las máquinas pueden pensar como los humanos, que nos reemplazará en todos los trabajos, que son infalibles, que han sido diseñadas para beneficiar solo a grandes corporaciones y que serán el final de la humanidad.
Ahora…
¿Has usado alguna vez a Siri o Alexa? ¿Has buscado o recibido recomendaciones de contenido? ¿Has hecho búsquedas en internet? ¿Usas el reconocimiento facial para desbloquear tu celular? O, sin pedirlo, ¿una página te ha ofrecido la traducción automática del contenido a diferentes idiomas? Lo más probable es que sí.
Porque lo cierto es que la IA se ha integrado a través de numerosas aplicaciones a nuestra cotidianidad, haciéndonos más fácil el camino y pese a que pareciera contener algunos riesgos, el reto real que se nos presenta aquí es entenderlos como desafíos, entre ellos, los éticos, a los que se enfrenta cada vez con más urgencia, ya que esta tecnología está cada día más presente en nuestras rutinas. También nos plantea desafíos sociales y laborales, incluido el desplazamiento de empleos, la brecha digital y la distribución desigual de beneficios y riesgos.
Asumiendo estos desafíos podremos garantizar la equidad, la privacidad y seguridad de nuestros datos, evitar el desplazamiento laboral o caer en la manipulación y la desinformación, mantener autonomía y control, entre otros. Lo que requiere un enfoque multidisciplinario que involucre a expertos en ética, derecho, tecnología y ciencias sociales, así como políticas y regulaciones claras para guiar el desarrollo y el uso responsable de la IA.
Convencidos del potencial que tiene para el desarrollo y entendiendo que esta está al servicio de la sociedad, EAFIT le ha apostado a la integración de la IA en su quehacer investigativo, prueba de ello, es que desde el 2016 se ha trabajado en la construcción del marco ético para la IA en Colombia con el Centro para la Cuarta Revolución Industrial o el marco ético del uso de la IA en seguridad y defensa nacional. Proyectos, por cierto, en los que Olga ha participado.
Asimismo, se ha creado la plataforma de automatización de procesos SAGRILAFT que presenta una solución destinada a la automatización y gestión de las actividades relacionadas con el Sistema de Autocontrol y Gestión del Riesgo de Lavado de Activos y de la Financiación del Terrorismo (SAGRILAFT). Buscando optimizar y asegurar la eficiencia en la identificación, evaluación, y control de los riesgos, contribuyendo así a la integridad financiera y al cumplimiento normativo de las entidades obligadas a implementar estas medidas.
También, a través la spin-off HuMath se han desarrollado algunas tecnologías como el Sistema de Teleradiología que sirve para analizar imágenes de rayos X y TAC que permiten obtener diagnósticos rápidos y precisos y el Sistema de Reconocimiento de Emociones, tecnología capaz de interpretarlas a través de video, audio, y texto para aplicarlas en varios sectores como recursos humanos, psicología, y marketing.
Estos son algunos ejemplos de las apuestas que como universidad se han hecho y se seguirán haciendo, pues desmitificar la inteligencia artificial es esencial para comprender su verdadero potencial y limitaciones. Mientras que los mitos sobre la IA pueden oscurecer nuestra percepción, la realidad nos muestra una herramienta poderosa y versátil que, cuando se utiliza de manera responsable, puede mejorar significativamente nuestras vidas y sociedad.
Es importante acercarse a la IA con una mente abierta y crítica, reconociendo tanto sus capacidades extraordinarias como sus necesidades de supervisión y mejora continua. Tal como lo hizo Rie Kudan, quien para la construcción de su novela estableció conversaciones profundas con ChatGPT, entrenándolo de manera adecuada para que este le sirviera de interlocutor.
Según Olga, la propia humanidad es la responsable de sentar los límites con los cuales esos modelos van a entrenarse para aprender y usarse, ¿estás preparado?